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El sol estaba ya en todo lo alto, pero sus débiles rayos no lograban calentar el viejo cuerpo del húsar francés. Inmóvil, muy erguido sobre su caballo, contemplaba al enemigo en la lejanía, sobre la cima de la colina. Entre la bruma de la batalla podía distinguir perfectamente los compactos cuadros de la infantería británica, a la espera. Ocasionales destellos del acero de centenares de bayonetas punteaban las formaciones humanas. Súbitamente sintió aquel intenso frío interior de las grandes ocasiones, y se sintió aliviado: solo aquel frío le hacía sentir verdaderamente vivo.
Se suele decir que cada persona es un mundo, pero lo cierto es que llegará un momento en la vida en la que nuestro mundo únicamente estará poblado de personas a la búsqueda de una sola cosa: el calor perdido. Quizás entonces es cuando sentimos que ha llegado el momento de pensar en dejar esa querencia y bagaje en manos de otros con más afán. Porque hay una edad para buscar el frío resplandeciente y liberador de la lucha, un tiempo para abrazar al riesgo y buscar la victoria total sobre todo conflicto.
Ahora por fin el viejo soldado lo sabía: había cabalgado demasiados años en pos de la gloria. Ahora simplemente era tarde para volver a desear otra cosa. Pues sólo los que ahondan hasta el final en la búsqueda del frío vital nunca vuelven a desear abrazar la paz y el calor primigenios.
El viejo soldado de la caballería imperial desenvainó su sable y volvió la vista hacia sus setenta jinetes. Todos tan jóvenes y sin embargo tan viejos como él. Se encontró con todas sus frías miradas en tensa calma, por última vez, antes de la que sería la definitiva gran carga final.
A veces sientes al guerrero en el interior, ese que habita en un frío mundo de muerte y desolación .... no se como se le rescata, pero no por ello dejo de intentarlo cada vez que me lo encuentro en mis sueños ....
ResponderEliminarel frío ardor de la lucha frente al calor del hogar de la ancianidad ...
ResponderEliminarte felicito, precioso relato
ResponderEliminarJuana, me temo que al guerrero hay que dejarle ir sin remedio
ResponderEliminarBerta, esa es exactamente la disyuntiva
Manu, muchas gracias por tus palabras