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Hubo una vez un navegante que vino del mar de la Plata, y arribó a una sórdida cabina de vigilancia en una obra de Paracuellos de Jarama. Una figura corpulenta y soñolienta en la madrugada, que cuenta su historia a cualquiera que la quiera escuchar, en desoladas paradas de autobús.
Embutido en el frío y la soledad, arrastrando su sino. Recordando tiempos de juventud como marino mercante, mezclándolos con tristes historias de hoy, de brega y pluriempleo.
Recuerdos de otras soledades, de otras luchas. Rumbos inciertos a través del proceloso mar de la vida y sus circunstancias. Derivas inevitables. Y siempre, la simple y pura supervivencia en medio del océano. Naufragios de estoica dignidad.
"Cierro los ojos y estoy en medio del mar
Días y noches de amor y de guerra"
Eduardo Galeano
Hola Ricardo:
ResponderEliminarTraes en tu cita de Eduardo Galeano un libro que me apasionó y del que recogí, hace años, muchísimas anotaciones en una libreta (deliciosas libretas de entonces cuando no se usaba ordenador). Tu texto y el recuerdo del libro me han llevado a buscar una de esas anotaciones que, con tu permiso, comparto aquí:
"Seremos capaces de aprender la humildad y la paciencia?
Yo soy el mundo pero muy chiquitito. El tiempo de un hombre no es el tiempo de la historia, aunque a uno, hay que reconocer, le gustaría"
Un saludo
Hoy sí tengo tiempo para comentar. Maravillosa imagen la que formas en este relato. Casi pude olfatear esa fragancia a mar, viejo e incertidumbre. Además, la cita me parece muy acertada, me apasiona.
ResponderEliminar¡Un saludo, Ricardo! :)