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Vuelvo de nuevo al que fue uno de nuestros lugares preferidos. Allí está, exactamente como lo recordaba. Me costó entender esa febril preferencia tuya por ese sillón. La primera vez formó parte imperceptible de la eufórica novedad en la que sólo tú y yo existíamos. Sin embargo, pronto me acostumbré a descubrirnos entre sus insólitas formas. Nos recuerdo explorando las posibilidades de su único brazo, comprobando la resistencia de su alto respaldo, reinterpretando la función de su mullido asiento. Una y otra vez.
Y sin embargo, la suavidad y firmeza de su cuero blanco apenas era rival de la tuya, más blanca, más firme aún...
Sospeché muchas veces de las refinadas intenciones de su creador. Cuántas veces pensé en la historia previa de ese sillón tan especial que tanto te gustaba. En su origen antiguo y desconocido, sobre el que nunca supiste darme razón. Me aventuré a imaginar las preferencias de quienes antes lo poseyeron. Te podría confesar que en más de una ocasión, al cabo de cualquiera de nuestros encuentros, tu sueño no me impidió buscar en su cuero las secretas huellas de su pasado.
Porque de la misma forma que es evidente que las personas somos quienes somos por lo que hemos vivido, no me cabe duda de la memoria de las cosas. Nuestros objetos atesoran lo vivido en ellos, se impregnan y vibran con lo allí sentido. Y por ello, sólo aquellos con la suficiente sensibilidad tienen reservado el acceso al pleno goce del placer de su posesión completa. "El placer, siempre es el placer" ¿recuerdas?
Y ahora que nuestro tiempo ha pasado, sólo me queda ocuparme de que aquello que fue testigo de nuestra unión siga su curso en la vida, y que su futuro propietario sea digno receptor de su memoria, en la que ya residimos tú y yo por siempre.
Fotografía e inspiración de @itziarochoa
Las "cosas" guardan historias, si te acurrucas en ellas puedes tener recuerdos de otros .... o tal vez sueños de otros, o tal vez ....
ResponderEliminarQue bonita forma tienes de contar las cosas, muero de ganas de ovillarme en el sillón blanco ....
bellas palabras.. parecen entretejer el halo de tu recuerdo.. hermoso...
ResponderEliminarAngeles
Bonito ejercicio de psicometría...
ResponderEliminarVivir entre sueños.
ResponderEliminarMe recuerda una novela de Antonio Gala.
Palmira, refugiada en su cuidado jardín y habitando apenas una pequeña parte de su magnífica mansión, ha ido poco a poco alejando de sí a todo aquel que significó algo en su vida. Es una mujer fatigada, seca y vacía, a la que su familia ha dado por perdida. El suicidio de su hijo y el rencor de su hija se convierten en un revulsivo que hará que desee aventurarse más allá del jardín, a dar a los demás el amor y la ayuda que no supo dar en su momento.
Vivir y soñar. No es posible lo uno sin lo otro, verdad? Gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarR.
Somos lo vivido, sin duda ... lo vivido nos va modelando como el mar a las rocas, a veces suave e insistentemente otras de forma dura y agresiva hasta casi rompernos ... Y de la misma forma nosotros vamos dejando nuestras huellas y por eso cuando sostenemos entre las manos una carta hace años recibida, un móvil viejo, un trozo de tela bordado ... o cualquier otra cosa, llegamos a emocionarnos, porque las huellas, el rastro dejado por otros en las cosas, nos emociona ... somos lo vivido sí, porque somos humanos e, independientemente de nuestra racionalidad y autocontrol, somos emoción.
ResponderEliminarUn abrazo
Berta
querido ricardo, tus comentarios me sugieren ciertos momentos sensuales vividos en diferentes lugares de la casa y no aptos para todos los publicos...(un metro, el boli para anotar medidas)...y es que mi imaginacion es infinita como la de todos los piscis
ResponderEliminarEspléndido artículo, y recuerdo que muchas de estas cosas me transportan a otro mundo, mundo que aveces no se si fue real o inventado.
ResponderEliminarMe ha encantado este relato.
ResponderEliminarLa memoria de las cosas....
Siempre he creído que esos objetos que una persona ha usado mucho, querido mucho (si es que se puede amar algo inanimado)... quedan impregnadas. Mantienen presencias.
Las casas, por ejemplo. Esas que han sido poseídas por una misma familia durante generaciones... tienen su propia historia en guardada en sus piedras, en sus jardines. Y hablan a quien sabe escucharlas.
"somos quienes somos por lo que hemos vivido", dices con sabiduría. Y también somos quienes somos por lo que llegamos a poder imaginar.... ese butacón, por ejemplo... fíjate bien... en su único brazo, en la curva perfecta para que una mujer se recueste y ofrezca la curva de sus nalgas.... o la altura del respaldo, en el que poder atar de pie, con cintas anchas de raso de negro, a quien quieras hacer siervo del placer... o imagínate tranquilamente sentado, con las piernas abiertas, viendo como la/el elegida/o se acerca despacio, quizá a cuatro patas, desde la distancia y en buena dirección....
Objetos para la imaginación. Para el puro placer. Para la sana perversión que acaba siempre en risas y gozo.
Somos lo que queramos.
Vamos donde queremos ir.
Un besooooooo y muchas gracias por el honor!
it ;-))
Y sentarte delante del sillón y preguntarle con la mirada cuando él sólo va a responderte con el silencio. Suficiente. Los dos lo sabéis.
ResponderEliminar(Elegí un mal título para mi primer intento de blog, debería haber sido un pelín más imaginativo)
Tantas veces no hace falta ni hablar... Muchas gracias, Manu.
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