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Apuraban la tarde lluviosa ante dos tazas de intenso café. De pronto una duda se cruzó en la conversación de los dos viejos amigos: "¿Cómo alguien así puede fascinar a tantos?" Frente a frente, el mayor de ambos se lo confirmó al otro sin dudarlo. Lo había visto muchas veces: el poderoso, irresistible atractivo de aquellos que rompen las normas. Nunca eran gente normal, nunca dejaron indiferente a nadie. Empeñados en dejar su rastro profundo y oscuro, todos ellos supieron llegar hasta donde fue preciso. La fascinación por los fuertes; había conocido mil historias complejas de manipulación, de seducción y de entreguismo. Soluciones de jugadores a doble o nada, eliminando la disensión, haciendo impensables otras alternativas a sus grandes verdades.
Perversas acomodaciones de la realidad a causas inconfesables. El fanatismo de la autocomplacencia como remedio de la virtud perdida. Febriles huidas hacia adelante. La extravagante búsqueda de espectros en los demás con los que olvidar las propias miserias. Complejos mil veces ocultos en lo más profundo de almas despechadas.
Y tras toda una larga vida de servicio a la ley, en el duro mundo que le había tocado conocer, los productos de ese irresistible atractivo siempre habían sido los mismos: mil veces los halló en medio de charcos oscuros detrás de puertas entreabiertas, o convertidos en deshechos en las calles de su ciudad. Y alguna vez también, supo que otros esperarán eternamente a ser descubiertos, ocultos quizás en algún recodo de alguna sombría cañada.
Fue una larga tarde de revelaciones y recuerdos. En la mesa quedaron atrás el sobado diario deportivo del día y dos tazas de café vacías. En la calle empezaba una larga y fría noche sin luna.
Supongo que la confusión que me produce la lectura es parte de la intención: el irresistible atractivo de aquellos que rompen las normas, febriles huidas hacia adelante, charcos oscuros detrás de puertas entreabiertas…
ResponderEliminar"Mil historias complejas de manipulación, de seducción y de entreguismo", talmente como una tarde de revelaciones y recuerdos.
Un saludo :)
Isabel, a mi me parece que la mayor de las confusiones anida en la mente de los que tan seguros parecen de todo...
ResponderEliminarRicardo