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Así pues todo quedó dispuesto y a punto. Cerró la puerta, echó la llave, lo había comprobado todo como es debido. Siguió la rutina y ritual habituales. Esos que dan siempre la seguridad de que todo está y seguirá bien. Al menos, esa era la teoría. Pero esa vez, al traspasar por última vez la puerta, desde ese instante sabía que nada podría volver a ser lo mismo. Que cada paso que diese fuera de la falsa seguridad que habitaba tras esas cuatro paredes ya nunca más volvería ser como todos los anteriores.
Había renunciado. Atrás quedaban por fin el tedio y la pérdida, el miedo y las indecisiones. Se alejaba al fin de todas aquellas excusas que le habían servido para volverse cada vez más pequeño y tenue, como la frágil sombra del niño que una vez fue, y que quizás nunca había dejado de ser. Hasta este mismo momento.
Porque desde este momento, ya todo es posible.
Esa determinación que describes tendría que ser cotidiana, sin que nos empujara un pasado amargo, un cambio, un viaje o una pérdida. Ser fuerte, valiente, libre, ser dueño de uno mismo o simplemente ser, como tú dices, es sorpresa y riesgo, un duro esfuerzo con recompensa. Un adiós a la oscuridad, sentirse renacer y aventurarse por la vida.
ResponderEliminarEl sol es sabio y nos lo enseña cada día. Amanecer y ser...:)
Un abrazo.
No es tan fácil, MªJosé, no estan fácil. Y a menudo la quimera o recompensa se disuelve en forma de vapor. No es fácil ser, aparte de las personas profundamente egoistas, sin causar efectos colaterales. To be or not to be, que decía el danés. ;-))
ResponderEliminarAlejarse de las excusas para renacer y dejar que la curiosidad del niño que tañ vez nunca dejó de ser se adentrara en la Vida...
ResponderEliminarPues más vale tarde que nunca, ¿no?
Un saludo :)
Siempre es todo posible solo es necesario dar el primer paso.
ResponderEliminarUn beso.
Gaia56: Ese "solo" es lo que mas puede costar... Pero es tal y como dices. Gracias!
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