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Pero él decidió ignorarla, y siguió cavando con más ahínco, en completo silencio. Al cabo de unas horas el agujero había empezado a adquirir buena anchura y cierta profundidad. Entonces la pared se dejó oír nuevamente:
"¿Querías hablar? Estoy dispuesta a escucharte"
Lo cierto es que nunca la había visto tan de cerca y con tanto detalle, durante tanto tiempo. Por eso ahora podía advertir cómo su base estaba cruzada por infinidad de grietas y desconchones. Se percató de los estragos que la humedad de la negra tierra llevaba haciendo en esa parte de la estructura desde tiempos inmemoriales.
El pico y la pala siguieron hundiéndose en la tierra, cada vez con mayor facilidad, haciendo el agujero cada vez más grande, más hondo.
La muralla tronó nuevamente:
"Negociemos: si dejas de cavar te cuento lo que hay al otro lado, pero te avanzo que no vale la pena, es un mundo peligroso y hostil, y yo estoy para protegerte de él, como siempre he hecho todos estos años... algo que por cierto tu me agradeces así, haciendo ese hoyo que nos amenaza a los dos."
El agujero tenía ya suficiente hondura, así pues empezó a cavar en dirección a la pared. Había pasado a ser un túnel. Poco después, empezó a filtrarse un hedor a maloliente podredumbre; procedía de los viejos cimientos. Pronto envolvió con su evidente pestilencia todo el paraje. La vieja muralla volvió a sumirse en el silencio. Él, con una mueca de disgusto, apretó los dientes redobló sus esfuerzos, haciendo crecer el túnel más y más, hacia el otro lado.
Ella volvió a hablar, pero ahora su voz llegó hasta él debilitada a través de la tierra que los separaba:
"Mira, esto supone un gran esfuerzo para mí, pues va contra mis principios fundacionales, pero quizás podría abrirte una ventana, por la que podrías mirar de vez en cuando... ¡eso siempre y cuando prometas dejar el pico y la pala y cerrar ese feo agujero!"
Al cabo de poco, al otro lado de la pared se abrió un pequeño orificio en el suelo; pronto se hizo mucho más grande, lo suficiente para que emergiera la figura de él. Entonces, y antes de dejarla atrás para siempre, respondió:
- Ahora ya es muy tarde para eso...
Y luego toca ponerse manos a la obra con toda esa maloliente podredumbre...
ResponderEliminarPero miremos el lado bueno, ¡cuantas cosas se pueden mejorar!
Un abrazo Ricardo!
Cierto! cuantas cosas se pueden mejorar... pero cuántas también es preciso dejar atrás. Porque a veces mejorar implica tomar decisiones drásticas. Las medias tintas se acaban...
EliminarLlevo siguiéndote hace algún tiempo, pero nunca había entrado en tu blog hasta hoy.
ResponderEliminarClaro está que ignoraba que escribieras relatos, cuentos, historias… o como desees llamar a lo que escribes, de forma amena y magistralmente.
La Pared es un relato duro, muy duro, y se necesita una enorme valentía, posiblemente nacida de la debilidad demostrada durante mucho tiempo por ese personaje imaginario, que decide enfrentarse a sus propios miedos con el fin de seguir avanzando y descubrir, haciendo un enorme esfuerzo, que existe y le espera una nueva vida más allá de la Pared diferente a la que había vivido hasta ese momento. Y quien derriba una pared como esa y continua adelante alcanzará lo que se proponga.
@paraloquekieras
Muchas gracias por tus reflexiones, Saul. Así lo he querido reflejar; estamos en unos tiempos duros que nos están exigiendo valentía. No podemos seguir mirando hacia otro lado por mucho tiempo más...
EliminarGracias!
De Alejandro jodorowsky: "Puedes poner un obstáculo en un camino, pero no puedes cerrar un camino. El camino es el alma humana. El alma humana es libre. Le puedes poner un obstáculo, pero no cerrar el alma, no la podemos eliminar."
ResponderEliminarMuy cierto y en línea con lo que he querido decir, Rebeca. Muchas gracias por esa cita.
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