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In memoriam @simpliciuss
Las mañanas de enero son como ese momento en el que circulas por lo más profundo del túnel, ese instante en el que toda la luz de la mañana ha desaparecido engullida por las tinieblas. Y aunque te concentres en la carretera que anodina sigue surgiendo ante ti, con secreta impaciencia deseas volver a ver la luz que surgirá... allá lejos, muy al fondo.
En enero es preciso resistir la tentación de amadriguerarse, de dejar pasar todo el frío, de buscar refugio en el abandono de todo y de todos para esperar tiempos mejores. En enero siempre debo resistir la tentación de olvidar tu ejemplo.
Y aunque tú mejor que nadie sabías que en lo recóndito del agujero no subsiste la verdadera vida por mucho tiempo, que el coraje y la dignidad no anidan en aquellos que bajan la cabeza y se esconden, cada mañana de enero es un combate personal contra amaneceres tenues, inhóspitos, desolados.
El frío sigue pesando en mis manos, voraz. Sin pensar atravieso el reino de la escarcha, trazando curvas de monótono astronauta fundido a negro.
Las últimas palabras quedaron sin terminar, despedida congelada en un teclado por un frío distinto a todos los anteriores. Quizás sea mejor así. Nada acaba realmente, Daniel.
Y enero pasa.
Precioso, Ricardo. Enero pasa, los años, la vida pasa... Pero las personas dejan huellas y Daniel, sin duda la dejó en todos sus amigos y en los que como yo tan solo se habían cruzado con él en este universo virtual.
ResponderEliminarGracias y hasta siempre, Daniel.
Daniel era una persona muy especial, su huella fue profunda. Gracias, Verónica.
EliminarGracias Domingo, totalmente de acuerdo con la cita de Mauriac.
ResponderEliminarSaludos!