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De pronto se encontró con la grieta. Llegó con un único y breve chasquido. Vio que una de las baldosas con cenefas de flores coloreadas se había partido. Después de observarla con cierto detenimiento, se percató de que desde ahí partía una fina línea que recorría las baldosas del baño, ascendiendo en diagonal hasta perderse detrás del espejo. Ciertamente, aquello era una contrariedad, pero no dejaba de ser una grieta muy delgada, muy poca cosa en realidad y bueno, pensó; al fin y al cabo estaba en el pequeño cuarto de baño privado, nada que alguien pudiera llegar a ver, quizás acaso alguna visita, alguna vez... Así que decidió que podría convivir con esa grieta sin hacer nada.
Al salir del servicio, vio que la misma grieta también había llegado a la madera de la puerta, recorriéndola de arriba a abajo. Después encontró otra muy parecida en la librería del comedor, y otra sobre la mesita del salón. También había una en el viejo jarrón de porcelana, y en la figurita de cristal recuerdo de Venecia. En la cocina, la fina grieta subía por la nevera, pasaba por el techo y alcanzaba la preciosa lámpara de cerámica blanca y azul, partiendo en dos mitades la base atornillada al techo.
Sorprendido, volvió su mirada a derecha e izquierda, arriba y abajo y se dio cuenta de que la grieta seguía creciendo rápida y silenciosamente, abriéndose paso, atravesándolo todo. Y entonces se encogió de hombros, porque ya era tarde: La grieta lo había alcanzado a él también.
¡Tremendo!
ResponderEliminarNo sé qué decir... Aprendemos a convivir con alguna de esas grietas no detectadas a tiempo pero, ¿qué hacer si una se nos instala en lo más hondo?
Redondo Ricardo. ¡Me ha encantado!
lara82sj
ResponderEliminarAy Ricar, me ha subido algo desde el corazon, una angustia tremenda y, luego, me he dado cuenta de la capacidad de resistencia que tiene el ser humano para hacer frente a las adversidades, un golpe de mala suerte , te puede cambiar la vida de undia para otro.
Maravilloso!!!!!
Me ha encantado....
ResponderEliminarBesos
Belén
Cuando te quieres dar cuenta, lo que pensabas que era una minucia, se convierte en poco tiempo en una montaña infranqueable. La vida es una incógnita, y puede dar un giro de 180 grados de un día para otro.
ResponderEliminarUna historia que agradecen las neuronas.
huifang12
Puede que la primera nos pille por sorpresa, que sea leve y esté oculta. Pero ni la primera grieta ni las restantes surgen de la nada, sólo que no advertimos a tiempo las señales de que algo se resquebraja, y la forma de arreglar el daño. Tal vez porque miramos y nos miramos siempre desde la misma perspectiva. Vemos pero no observamos lo que nos rodea, especialmente si es cotidiano. Y creemos que nunca cambia. Nos colocamos en el mismo lado de la cama, en el mismo rincón del sofá, en la misma silla de la cocina, por la fuerza de la costumbre, por el poder del tiempo, por el impulso de la rutina. Es una excelente metáfora de un hundimiento inminente, pero no definitivo. Hay que ponerse manos a la obra para remediarlo, para aliviarlo aunque sea desde los escombros, antes de que la grieta nos parta en dos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Teresa, Belén, Lara e Isabel: muchas gracias por vuestras aportaciones y los distintos puntos de vista que denotan, algo que sin duda enriquecen el relato.
ResponderEliminarMara: Cierto eso de ver sin observar. Suele ser lo más cómodo, hasta que deja de serlo... Gracias por tu comentario!
ResponderEliminarImpresionanye metáfora sobte el dejar pasar sin actuar. A mí también se me han puesto los pelos de punta. Saber ver e intuir y poner manos a la obra. Tomar decisiones, hacer algo, no quedarnos como meros expectadores de nuestra propia ruptura... Me ha encantantado!!
ResponderEliminarcarmelagaminde
Me ha encantado. Da para reflexionar mucho...
ResponderEliminarComo a todos los que -acertadamente- ya han comentando, a mí también me ha gustado mucho. ¡Genial, Ricardo! :)
ResponderEliminar¡Un abrazo!