jueves, 12 de enero de 2012

La tierra que dejó de existir

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Existió una vez una modesta tierra martirizada por la codicia, la incapacidad y la maldad de sus gobernantes durante muchos, muchos años. Y mientras otras tierras crecían gracias al trabajo de sus campos, de su industria, por la belleza de sus paisajes y aumentaba el bienestar de los que la vivían sobre ella, allí solo había esclavitud, miedo, hambre, violencia, explotación y desigualdad.

Y fue tanta la ignominia y durante tanto tiempo campó libremente la maldad de los hombres que la habitaban que al final hasta la propia tierra que los acogía pareció decir basta, y un día de hace dos años quizás quiso sacudirse todo ese mal como lo habría hecho un caballo enloquecido por tanto dolor, harta de todo por fin y mil veces herida por todo lo que tenía lugar ahí arriba, a lomos de su martirizada corteza.

Y de este modo, aquel día los habitantes de un país llamado Haití fueron descabalgados por la ira de una tierra que sigue en trance de dejar de existir, y hoy es evidente que sólo con la voluntad de sus maltrechas gentes no será suficiente para impedirlo.

Uno a uno, ninguno de ellos ni de nosotros será suficiente para cambiar ese fatal destino, por eso todos somos necesarios. Somos necesarios para dar nueva vida, para dar una oportunidad a una tierra que parece querer dejar de existir, porque nunca le dieron esa opción.




3 comentarios:

  1. Esa furia que sembró de muerte todo lo que tocó, esa furia digo, sigue bramando para desestabilizar más si cabe el poco aliento de vida que habita en Haití. Por eso el grito de alarma y ayuda que tus líneas reclaman merecen todo mi respeto y, estoy contigo en que todos y cada uno de nosotros somos necesarios.
    huifang12

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  2. "a lomos de su martirizada corteza".

    Que inmediato y que ingrato es el olvido... Hay instantes demasiado eternos, ¿verdad?

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  3. Teresa, Isabel: El olvido del necesitado es la peor de las maldiciones, la más eterna... Gracias por vuestros comentarios

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