lunes, 29 de abril de 2013

Siempre conmigo



Te elevé desde lo más simple.
Nunca te opusiste, me dejaste hacer. 
Dibujé en ti caminos sin principio ni final y paseé entre los surcos de tu belleza.
Desde entonces te llevo siempre conmigo,  
pues de tanto darte vueltas me he impregnado de ti.
Pues tú ya has dibujado marcas en mis manos, ahora tú eres  indeleble parte mía, y no solo de mi piel.


 Fotografía de Alfonso Hidalgo Bau



viernes, 19 de abril de 2013

Rosa de Acero



No fue por curiosidad, sino cuestión de oficio. Al final me asomé yo también.
"Sería mejor no haber sabido, ¿no  crees?...", me dijo la herradura antes de desvanecerse.
Pero a mí no me importó, porque si bien soy una rosa siempre seré acero, lo mismo que tú. 
Nos diluiremos en un mismo abrazo de fuego
y resurgiremos quién sabe cuándo, quien sabe cómo, pero fundidos al fin, con la memoria intacta de nuestra común esencia.



Fotografía de Alfonso Hidalgo Bau


martes, 16 de abril de 2013

Todo el mar



No sintáis pena por mi.

Pues lo he tenido todo; pude sentir la hierba creciendo bajo mis pies y pude tocar el cielo.

Ahora tengo todo el mar, toda la arena y toda la sal. Ahora son míos los días y las noches.

Aquí os espero, aquí os encontraré.



Fotografía de Alfonso Hidalgo Bau


viernes, 12 de abril de 2013

Esperándote


No lo sabrás nunca, pero aquel día te estaba observando. Buscabas luz a tus dudas frente al abierto ventanal que daba a la calle de tu barrio de siempre. Entre breves sorbos de capuccino repasabas el rastro electrónico de una fugaz historia.

Por la luminosa pantalla se deslizaron bajo tus dedos los trazos de las intensas tardes de un verano, los posos de cafés fríos consumidos con ávida sed, el recuerdo del intenso calor de unos días largos y de sus noches, más largas aún...

Pero las noches dieron paso al sueño, y los días poco a poco se fueron acortando hasta terminar. Todo tan fugaz, tan leve como la vida de ese trocito de litio y cristal, finalmente a oscuras sobre tu mesa. Hasta que al fin alzaste de nuevo la mirada, y te reencontraste con la luz del gran ventanal y la vida que seguía ahí, esperándote, detrás de ese otro cristal.


Fotografía de Alfonso Hidalgo Bau

martes, 9 de abril de 2013

Mi océano


Lo cierto es que le he tomado costumbre a estas vistas, a éste mi nuevo estado.

No creo que sea cosa del paisaje precisamente, los conozco mejores, no muy lejos de aquí. Tampoco el banco de piedra sobre el que paso las horas es de lo mejor. La humedad y la sal suben por la piedra pulida, invadiendo todo mi cuerpo, pretendiendo hacerme parte de él.

Pero nada de esto me importa, porque sé que estoy a punto de asistir a algo importante. Lo siento en cada embate de la marejada contra las viejas piedras que se alzan frente a mi.

A estos acantilados y este mar los recuerdo de toda la vida. Podría describir cada recodo, cada una de sus aristas cortantes, cada grieta y cada lapa que los habitan. También conozco este mar de aguas frías, los golpes de sus olas, largos, profundos, duros. Ambos me acogieron en retos de juventud, en lo más cálido de algunos veranos. Pero de un tiempo a esta parte me he dado cuenta de que nada en ellos es como antes.

Las paredes de espuma no ascienden igual tras el estampido de la ola furiosa, no suena como antes la roca desgajada al caer, ni reconozco el vaivén verde y azul de las mareas, todo está cambiando...

O puede que no sea sino que yo los he comprendido al fin, mientras poco a poco me fundo en la piedra de este banco, contemplando el paisaje a la orilla de éste, mi océano.


Fotografía de Alfonso Hidalgo Bau


viernes, 5 de abril de 2013

Briznas


Sabes lo poco que me gusta esperarte, pero hoy no me ha importado.

Siempre dijimos que este día llegaría, que cogeríamos nuestro exiguo equipaje y volveríamos. No nos hará falta mucho, al menos no tanto como creímos. Porque después de todo este tiempo hemos aprendido que lo verdaderamente importante ocupa poco, que muy pocas cosas son para siempre.

Caminaremos nuestro regreso por el viejo paseo de antiguas piedras, una última vez. Y cuando coja tu mano no querrás volver la vista atrás, pues nada de lo necesario habrá quedado a nuestra espalda, quizás tan solo una brizna de hoja seca que quiera recordar la historia de todo aquello que fuimos.


Fotografía de Alfonso Hidalgo Bau