El noventa por ciento los entierran en su propio jardín, como último rasgo del control ejercido o pretendido sobre la victima. En un intento de consumar su posesión definitiva, eterna.
La ciega, ruda, poderosa pala holla la negra tierra. Se acumulan cascotes, viejas ruinas son removidas, sedimentos inciertos volteados frente a mis hombres, siglos al descubierto.
Nos centramos en el pozo, "buscad ahí y encontraréis dolor" nos dijo alguien muy particular. No me importa admitirlo, recurriré a lo que sea en casos así. Un viejo triciclo convertido en pura herrumbre vuelve a ver la luz. Nada más. La médium esta vez nos ha fallado.
En mi espalda se clava punzante la sonrisa de quien nos observa con aparente tranquilidad, en medio del fragor de máquinas y hombres, presenciando nuestro despliegue. Leyendo un libro en la puerta de su casa, seguro de su obra perfecta, a la vista de todos.
Fueron muy largas las horas de tu interrogatorio, una intensa lucha, partiendo de endebles indicios, una coartada impecable, nada en apariencia concluyente, pero al final un detalle definitivo: "Demuéstralo, sabes no tienes nada contra mí" dijiste. Y entonces lo convertiste en algo personal, muy personal. Una lucha de mentes, de inteligencias, pero también de capacidades. Si fuiste capaz de pensar como nosotros, de cubrir todas las contingencias, yo estaba obligado a más: a meterme en la cabeza de tu víctima y hasta en la tuya propia. Revivir dos vidas completas, con sus formas de sentir y de pensar. Y lo hice, ya no por justicia, sino por mucho más.
Y al final, deberías saber que te he conocido mejor que a ti mismo, y lo que es más importante, he podido conocer mucho mejor a tu víctima de lo que tu jamás podrías.
Porque ella nunca se habría despedido así, como dice esa tan impecable, lógica, razonable nota de despedida. Nunca lo sabrás ya, pero ella no era tan valiente o íntegra como creyeron todos los que la conocieron. No sabrás que era en realidad alguien muy cobarde, oportunista, cautivadora, orgullosa y dispersa. No creo que conozcas nada del que fue su largo historial de seducciones nada honestas, que volvieron locos a muchos otros antes de llegar a ti. Y lo que son las cosas, tampoco sabes que dentro de su enorme ego ensoberbecido, curiosamente sólo había hueco para una persona más en sus planes. Nadie era más importante en su vida que tu, la única persona por quien lo iba a dejar todo.
Pero hay algo que sabes bien. Tus ojos lo dicen: sabes que yo lo sé. Seguiré buscando. Sé que está ahí.