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No hizo falta que ocurriera nada en especial, fue tan sólo la suma de los días.
La suma había pasado a ser resta, las cuentas ya no salían.
Pero poco o nada importaba cuando del todo o la nada hablaban.
En el balance se fueron añadieron las semanas, los meses; el tropel de todas las horas de sus cuentas mal cuadradas.
De este modo ya nada cambiaría.
Entre ladrillo y asfalto o a la orilla de este río.
Bienvenidos al exilio.
Fotografía de @Mara_BC
Todos podemos tener nuestro propio exilio: voluntario, impuesto o necesario... La distancia pesa, pero nos pone a prueba y da respuestas. Todo se siente distinto cuando uno se aleja, y se puede ver más claro lo que teniamos cerca. Si hay solución para lo que se rompió, si hay retorno o un nuevo rumbo...
ResponderEliminarEl mío particular, a la orilla de mi río, se ve especialmente bonito en tu blog. Muchas gracias :))
Me he instalado silenciosamente junto a ese río un ratito para respirar despacio. Maravilloso exilio! :-)
EliminarEs verdad, las sumas a veces restan, otra de esas obviedades tan difíciles de entender en el día a día.
Abrazos para los dos.
A veces el exilio no es un castigo, sino una necesidad... Gracias a ti!
EliminarR.
Isabel, bienvenida siempre a la orilla de este blog... y bienvenidos tus sabios comentarios!
ResponderEliminarGracias
R.
El exilio siempre queda al otro lado de la orilla, sólo hay que buscar el puente que nos devuelva a casa.
ResponderEliminarUn abrazo