martes, 19 de junio de 2012

La bofetada

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Como plomo fundido en la gran sala de juntas, el denso, sofocante, espeso silencio había caído sobre todos los presentes. 

Una mano se había alzado desde la mesa sobre la que reposaba. Ya en alto, había permanecido inmóvil por un brevísimo instante, apuntando hacia el techo sus cinco dedos abiertos en extensión. Finalmente, una vez provista de toda la carga cinética que pudo atesorar, había descrito un amplio, elegante, veloz arco descendente ante la vista de todos. Hasta caer directamente y de pleno contra aquella mejilla.

Y el silencio perduró mientras el eco de la gran bofetada reverberaba en todos los oídos. Nunca nadie había osado, nunca nadie lo había hecho antes, pero a nadie le sorprendió. Iban a cambiar muchas cosas.
 

8 comentarios:

  1. Me he sentido muy a gusto pensando en seleccionar la mejilla. Luego he optado por tener una mano de seda empuñando un puño de hierro..



    ¡Besos!

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  2. Muy gráfica tu interpretación, Blanca! Me alegra que te haya inspirado... ;)

    Besos

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  3. Muy cinematográfico el post, una breve secuencia muy efectiva.
    De acuerdo en que un solo gesto puede cambiarlo todo, para bien y en este caso, creo, que para mal. Quien se gana una bofetada suele ser inmune a que le devuelvan los golpes. Y el gesto se queda en una demostración de rabia y frustración propias, no en la brújula para un buen cambio de rumbo, con el campo abonado para el rencor y la venganza.
    Un silencio, una verdad alta y clara, una mirada o una caricia impactan igual con mejores consecuencias, aunque sea más lentamente y, tal vez también, con fecha de caducidad...

    Un beso (y una flor)

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    1. Mara, a veces no hay otro camino para despertar del letargo que una buena sacudida. La rabia, la frustración, las palabras huecas, la indecencia requieren un gesto contundente, una declaración de principios. Actuar.

      Abraçades!

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  4. ¿Quien a quien?...puede ser el empleado harto de abusos al jefe dictador, el jefe estupendo al empleado jeta, entre empleados, entre jefes..........tantas posibilidades.....te quedas con ganas de darla y luego te alegras de no haberla dado ¡podría haber cambiado tu vida, para bien o para mal!.....

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    1. También hay bofetadas que se convierten en aldabonazos, necesarias para despertar de un letargo de injusticia...
      Gracias por tu comentario!

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  5. Suena más contundente un puñetazo, o un buen revés, pero la bofetada para abrir la veda, así, con esa clase con la que la describes, es inmejorable. Harían falta unas cuantas bien dadas, ¿verdad?

    Se disfruta sólo con pensarlo :)

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    1. Verdad de la buena, Isabel. La veda debería abrirse cuanto antes!
      Abrazo

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