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No hay como creer en el propio encanto de uno mismo.
No hay como mirar fijamente la bola de cristal transparente que se ha preparado para los demás, y entrar.
Sólo de este modo es posible el encantamiento, el vuelo sin red, el minuto de gloria.
Y pretender conjurar los días grises que volverán en cuanto levantes tus ojos del frágil cristal donde vives, donde anida tu inverso. Tan transparente...
Fotografía de Alfonso Hidalgo Bau
Por eso todos creemos que somos un encanto :-D
ResponderEliminarProbablemente lo seríamos más si nos lo creyéramos menos... ;-)
EliminarY caerse y levantarse y volver a esa bola de fantasía...
ResponderEliminarComo todas las bolas, al rodar corren el riesgo de romperse...
EliminarBueno, si no miramos de vez en cuando hacia dentro no hay forma de resituarse, ¿verdad? Una dosis de sano egocentrismo para coger fuerzas no está mal.
ResponderEliminarAbrazos!
Ver hacia dentro no es malo si no nos empeñamos en buscar algo que en realidad no existe... Gracias, Isabel!
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